Mucho se
ha debatido históricamente sobre la utilidad y necesidad de las unidades
paracaidistas, principalmente en lo que a infantería regular se refiere, ya que
en otros ámbitos (operaciones especiales, médicos de combate u operadores de
vanguardia, por ejemplo) está más que contrastada su utilidad y no se trata de
algo debatible.
El infante
paracaidista, por el mero hecho de ser eso, paracaidista, es un soldado con una
instrucción superior a su homólogo de cualquier unidad de la misma Arma. La
instrucción paracaidista requiere no sólo la formación de salto, sino una
preparación a otro nivel, que garantice al infante poder realizar su misión una
vez haya tocado tierra. Y es aquí donde radica su auténtica utilidad.
La misión
principal de las unidades paracaidistas de línea, y toda unidad de Fuerza
adscrita a ellas (artillería o ingenieros, por ejemplo), es crear un segundo
frente tras la línea enemiga. Es decir, el paracaidista cuenta como misión
principal saltar en territorio enemigo, enfrentarle y actuar de segundo frente
para sustraer recursos y personal enemigos del frente de batalla principal.
Esta
misión, de extremo riesgo, no puede llevarse a cabo por un infante estándar,
preparado para una confrontación de un tipo más tradicional, dentro de cada una
de las Armas (Infantería Ligera, Mecanizada o Acorazada). El hecho de que el
estar copado por el enemigo, aislado de las propias líneas, sin apoyo aliado de
ningún tipo más allá del posible apoyo aéreo o del proporcionado por otras
unidades paracaidistas o aerotransportadas, sea la situación normal en la que
el paracaidista haya de enfrentar al enemigo hacen de él un soldado de
capacidades superiores, con requisitos más exigentes y con la necesidad de una
formación y un equipo más extenso y especializado.
No en
vano, el puesto de mayor riesgo y fatiga en la milicia occidental
tradicionalmente siempre ha sido el paracaidista, y es que en una misión de
este tipo, tanto si es a nivel escuadra como a nivel Bandera, hay muchos, quizá
demasiados elementos que pueden salir mal, variables que no pueden controlarse
en la medida en la que a un infante "normal", por así llamarlo, le
gustaría.
Sin
embargo, y volviendo a las primeras líneas, la utilidad de las unidades
paracaidistas se maximiza cuanto menor es su tamaño, siempre que nos refiramos
a misiones y cometidos distintos del principal, que recordemos es crear un
frente de batalla alternativo en la retaguardia enemiga.
Actualmente,
las operaciones especiales son una modalidad que está en auge en los conflictos
modernos. Podemos confirmar aquí, al igual que en otros casos, la regla del
80/20: El 80% de los resultados obtenidos en Zona de Operaciones son logrados
por el 20% de los efectivos desplegados, mientras que el 20% restante de los
resultados son obtenidos por el 80% de los efectivos. Esto da una muestra bien
clara de que la efectividad y utilidad del personal con instrucción y
equipamiento superiores al soldado regular es mucho más optimizada, en recursos
comprometidos y riesgos asumidos, que una operación convencional a mayor
escala. Y es que es habitual que unidades pequeñas, incluso a nivel patrulla (4
hombres) sean capaces de llevar a cabo operaciones en las que no sería
descabellado emplear unidades de entidad Batallón si no se contara con estos
efectivos.
El infante
paracaidista, una vez fogueado, con una experiencia a sus espaldas, es capaz de
asumir con prácticamente las mismas garantías de éxito que una unidad de
operaciones especiales este tipo de misiones y cometidos. Y aquí radica la otra
gran virtud del "paraca", la versatilidad y el bajo coste.
Los batallones
de Rangers estadounidenses, que a fuerza de sangre, sacrificios y éxito se han
labrado una intachable reputación internacional, son habitualmente considerados
unidades de operaciones especiales. Y esto se refleja en medios específicos que
dentro del Ejército Estadounidense sólo ellos tienen, muy adaptados a sus
misiones y de poca o nula utilidad para una infantería convencional, pero que
en cambio potencian enormemente las habilidades de los rangers.
En lo que
a las Fuerzas Armadas Españolas se refiere, la Brigada Paracaidista, siendo una
unidad de línea, de la especialidad Infantería Ligera, es capaz de llevar a
cabo un abanico de misiones inmenso. Pues si bien el CLP (Caballero Legionario
Paracaidista) es de por sí muy versátil, la Brigada, a lo largo de los años, ha
ido creando estructuras, unidades y dotándose de medios específicos para cubrir
un abanico de misiones cada vez mayor, no siendo en absoluto extraño que
unidades específicas de la Brigada realicen operaciones que, de no existir, deberían
recaer en unidades específicas de operaciones especiales. Estamos hablando
principalmente de las PRPs (Patrullas de Reconocimiento en Profundidad), actual
CRAV (Compañía de Reconocimiento Avanzado). Pero eso es otra historia de la que
hablaré en mi próximo artículo.